La sociedad política truncadense se debe representar fines sobre una reforma moral y cultural que la fortalezca.

Por Iván Hidalgo

La política local requiere de planificación para una reforma moral y cultural de sus actores, la sola convocatoria a participar de espacios políticos, no garantiza una actividad preordenada para conseguir  estos fines.  Hacer un recorrido histórico por los hechos políticos más importantes y destacados de la localidad, provincia o del país no significa una base cultural para los integrantes de “la política”, eso solo es  un aspecto de la formación política, es una pequeña transferencia de conocimientos, que servirá para la preparación de un militante o dirigente dentro de determinados fines.

La mirada moral y cultural debe ser realista, posada sobre la sociedad truncadense y la región, ello  implica comprender la constelación  de intereses que actúan en ella, los engranajes que mueven a los seres humanos, los fines que buscan, la competencia por el poder y el dinero. Saber que sienten  y que  comprenden, saber y sentir  no se oponen; son vitales e inseparables para una vida en democracia, es por ello que la inteligencia en el discernimiento es indispensable. Tal como lo señaló Albert Camus.

Hay que ser objetivos y no caer  en  idealismos o  en repetir las falaces voces que argumentan: “La política es cosa de corruptos e incapaces» , ya  que estas afirmaciones solo conspiran contra la participación popular y la democracia. Quizá este sea una manera de protesta popular  de sectores medios o  altos, junto con la de  cortes de rutas, en el segmento desocupados o trabajadores, que la dirigencia política en el estado, no resuelve y de ese modo el concepto erróneo sigue circulando con algún grado de adhesión.

Una reforma moral y cultural exigirá una praxis,  Juan Perón  afirmó que praxis “es toda acción que desarrolla un ser humano que lo pone en condiciones de construir sentido y actuar en el mundo a partir de su acervo personal y cultural. Así, actuar políticamente es una praxis, ya que cuando se hace política se ordenan medios y fines en función de las concepciones y las valoraciones del actor político”

La enseñanza que  hemos adquirido nos deja en claro que  la política requiere del  tiempo: el presente (en el que actuamos), el pasado (en él buscamos las claves del hoy) y el futuro (representado en las metas que anhelamos alcanzar); allí encontraremos  la salida a una coyuntura que si no es atendida,  no lograra modificar el orden de cosas.

Debemos como comunidad política atender y entender lo “simbólico”,  sin dejar de ver allí que también  nos referimos  al contenido de conocimientos y recursos teóricos, al conjunto de visiones y valoraciones que componen nuestra concepción del mundo, de la cual somos vehículo, y que con nuestra acción contribuimos a reproducir o alterar su ideario. Diagnosticar el presente a partir de sus condiciones de posibilidad, y actuar con un objetivo a partir de estos conocimientos, son una y la misma cosa que la política entendida como herramienta de transformación de la realidad.

Nuestro formador político, nos hacía comprender que: “se exige del sujeto político, que su accionar sea coherente con sus intereses o en otros términos, que las banderas que lleva en sus batallas sean propias y no contrabandeadas por intereses ajenos”.

Hay mucha equivocación de conceptos en la clase política o frecuentemente  confunde respuestas memorizadas a las distintas cuestiones y estos  influyen con distinta trascendencia en la apreciación de la realidad; eso  constituye una base sobre la que se cimientan otros futuros errores, que recaen sobre toda la comunidad.  La equivocación es un factor humano y como tal  debe hacerse un esfuerzo consiente y perseverante para modificarla.

La sociedad política truncadense se debe representar  fines sobre una reforma moral y cultural (DEMOCRÁTICA) que la fortalezca y para ello hace falta una propuesta en este sentido, que de paso a una planificación, podríamos permitirnos hacer  una distinción , que propone Santanello, entre a) planificación interna o “unisubjetiva,” es decir, que se refiere a la actividad de un solo sujeto, y b) planificación externa o “intersubjetiva,” o sea, que trasciende de la organización interna de un partido o agrupación destinada a producir efectos no sólo sobre la propia actividad del Estado, sino también sobre toda la clase política que la representa.

 

Iván Hidalgo militante FPV-PJ

 

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